mmm... a ver, a ver..
Yo creo que nos ha pasado a todos. Acaba el año y lo único que quieres es… ¡empezar con buen pie! Te compras todas las revistas habidas y por haber para ver qué es lo que se cuece en el mundillo. Una es original y te regala un calendario pero todas –y absolutamente todas- las demás se disponen a recordarte que los días pasan y el tiempo vuela; ¿Qué te regalan? ¡Pues una agenda! –Detrás de otra-. Y si no eran suficientes las fechas navideñas para ponernos obligaciones… ¡E aquí las primeras citas del año! Esas que tenemos con las pasarelas, ferias, congresos, convenciones e hijitos de y a las que les debemos la vida – ¡y ya puestos! el sueño y, a veces, el sueldo-.
a ver cuando empieza esto... ¡Bf!
¡Bienvenidos a enero! Fecha en la que los que mamamos de la tetilla fashionista nos damos cita en diferentes guetos del ambiente. Brandery… 080… El Ego… Cibeles… Lugares para los que empiezan, para los que acaban y para los que aun –gracias seguramente a rezar todas las noches a nuestro niño Jesús…- están. Yo personalmente es la primera vez que me sorprendo frente al ordenador, estirando de todas las cabelleras de mi cuerpo –porque cuando no se tiene novio, se tiene más de una- y exclamando << ¡Darme las acreditaciones ya!>> sacando esa supuesta gitanilla que debería llevar dentro por vivir donde vivo –Castelldefels-.
¡No!¡No! y ¡NO! Reniego... ¡Qué poco ideal!
Lo cierto es que estas ganas no son al pedo –como dirían mis compatriotas- sino que estoy ansiosa –no sabéis cuanto- por ver que nos depara este otoño – invierno que está ultimando medidas para ser presentado en primicia en pocas semanas. Pienso en Ana Lockin y se me caen las bragas… Pienso en Andrés Sardá y me entran ganas de ponérmelas de nuevo –o más bien ¡Renovarlas!-. Se me pasa Mr. Dolphin por el coco y fantaseo con aquello con lo que nos dejara boquiabiertos en el show de esta temporada. Me entra la vena naif disfrutando de los imposibles colores de Ailanto o me río solo de pensar que mis tíos podrían usar modelitos de Vittorio & Lucchino para hacer el sketch de Homaíta. Se me cae la baba al imaginarme hombres vestidos con ese perfecto british con el que viste El Ganso a sus semi machos cabríos o me deprimo al pensar que Agatha Ruiz de la Prada desfile, y otros –muchos- que son –de verdad- diseñadores se queden a la cola básicamente por falta de medios –¡y es que…bueno! No todos los días una se casa con el jefazo de el periódico El Mundo-. Me entran ganas de vivir más techno al pensar en Amaya Arzuaga, sus volúmenes, su simplicidad y su potencia o simplemente me dan ganas de quitarme la vida cuando se que el señor Dalmau nos deshonrará con su presencia en todas partes –vamos, que de Custo no nos libraremos ni aunque pase de moda…-.
¡Siguiente! ¡no quiero mamarrachadas!
¿Qué esperar? ¿Mucho? ¿Tal vez poco? ¿Qué pasa si no me inspira nada? ¿Es malo que no tenga tantas ganas de escribir sobre la moda en sí como las ganas que tengo de escribir de todo aquello que la envuelve? ¿Me estaré volviendo loca? ¿Sabré donde me estoy metiendo? ¿Me enamoraré por fin de algún gafapasta para olvidarme del taxista? ¿O puede que sea más práctico enamorarme de los diseños de alguien? –omitiendo, claro está, aquellos de los que ya estoy enamorada-. Aquí solo se sabe de mi presencia, de los espacios sin humo –que desesperación…- y de las ganas que tengo de que alguien haga brotar mi sangre como cuando descubres ese libro Taschen perfecto y tienes el dinero para comprarlo al mirar un vestido, un pantalón, una costura, un estampado… ¡Quiero enamorarme! De lo que sea… ¡Pero ya!
¿Será suficiente?
NUNAME 