Corazones gripados y Pelos grasientos

Image<<Y qué mas da, me pregunto yo>> Esta vez no había coches, ni campos, ni carreteras, ni bosques, ni heladerías por medio. Estaba yo, allí, en su casa. Tenía veintidós años y ya tenía casa propia –algo que no está mal cuando en unos meses se acaba el mundo-, las ideas supuestamente claras y no quería hacer el amor con alguien del que no estuviese enamorado. <<Porqué pierdes el tiempo queriéndome a mi, en vez de encontrando a alguien de que quiera estar contigo>> de ahí viene el <<Y qué mas da>>.

Por muy su casa –y no su coche- que fuese, para variar, me invitó a irme; yo me negué pero tan solo cinco minutos. Su argumento para echarme era que no podía contestarle a ninguna de sus preguntas, no podía ofrecerle conclusiones sobre la revolución francesa, la segunda guerra mundial, el amor, la atracción… No podía siquiera explicarle porque quería seguir allí, tumbada en el sofá, mirándole yendo de un lado para otro con tal solo su camisa y tocando su pelo –que robaba ya a lo grasiento-.

Cuando pasaron cinco minutos, me levanté, me calcé aquellos preciosos pantalones de gasa floreada, las sandalias y cogí el Dolce dispuesta a irme; una vez en la puerta –y él aun sin nada abajo- me dijo <<Puedes quedarte si quieres>>. Me quedé cinco minutos más provocando que me echase de nuevo al encenderme un cigarro. No le dije nada. Ni adiós, simplemente me fui y encendí a Lana. <<Porqué pierdes el tiempo queriéndome a mi, en vez de encontrando a alguien de que quiera estar contigo>> ¡Buf! ¡No podía quitármelo de la cabeza! En principio, ya lo hacía –buscar a quien me quiera-.  O tal vez… ¿Estaba demasiado pendiente de los chicos equivocados?

Esta entrada fue publicada el agosto 20, 2012 a las 7:13 pm. Se guardó como TRENDS y etiquetado como , , , , , , , , , . Añadir a marcadores el enlace permanente. Sigue todos los comentarios aquí gracias a la fuente RSS para esta entrada.

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